Análisis de Dying Light: The Beast, una bestia anda suelta

Dying Light: The Beast

El equipo de Techland nos hace llegar una de las propuestas más interesantes del año, Dying Light: The Beast. El estudio polaco se caracteriza por perfeccionar sus obras independientemente del paso del tiempo. Así es, que tanto el primer Dying Light como su segunda parte a día de hoy continúan recibiendo actualizaciones y mejoras de calidad de vida. Pero esta tercera obra, que recibe el nombre de The Beast, recoge lo mejor de ambas entregas para llegar a la cúspide, al menos de momento, de toda la saga.

He jugado a Dying Light: The Beast en una Xbox Series X principalmente en modo rendimiento (60 FPS, calidad 30FPS pero mayor resolución). También he podido probar la versión de Xbox Series S (modo único a 30FPS). Ambas versiones cuentan con un rendimiento óptimo. Queremos agradecer a Techland que nos hayan facilitado un código digital que nos ha permitido disfrutar de esta gran experiencia.

Dying Light: The Beast recoge, sobre todo, las bases del primer título aunque su historia sigue pecando de simplona

Dying Light: The Beast es una obra en la que se nota que el equipo polaco ha ido perfeccionando su técnica a lo largo de los años. Pero como en la mayoría de aspectos sí he notado una gran evolución con respecto a sus anteriores juegos, en la faceta narrativa todavía tiene mucho que aprender. Aunque considero que la historia se ha tratado bien, peca de simplona y puede que se pierda un poco su ritmo. De todas formas, es quizás la que más me ha gustado, pues trata principalmente de cazar bestias igual de fuertes que nosotros mismos.

Vuelve Kyle Crane a ser protagonista de la historia tras los sucesos ocurridos en The Following (DLC del primer juego). Esta vez, somos torturados durante largos años con el objetivo de transformarnos en una bestia definitiva, pero algo sucede y tenemos la oportunidad de poder escapar del laboratorio donde nos tenían cautivos. Es en ese preciso momento, cuando observamos nuestra localización en Castor Woods, una zona ambientada en centro Europa. No estaremos solos en nuestro camino, pues aparecerán una serie de personajes a medida que avancemos en la historia principal.

El Barón es el gran antagonista de esta historia, y sus pretensiones son más oscuro de lo que podríamos imaginar. Castor Woods está bajo sus dominios, aunque la población que todavía permanece tras el brote, no se rendirá tan fácilmente. El mapa no es tan grande como en los anteriores títulos aunque sí se siente muy aprovechado. Cuenta con distintas zonas, un parque natural, la ciudad, zona industrial, urbanizaciones… Todo ello con un paisaje boscoso de montaña y un clima dinámico, con un ciclo día y noche ya característico en la saga. Para recorrer el mapa, además del parkour, esta vez contamos con vehículos, controlando el daño y también su depósito de gasolina.

En este título sentiremos que estamos ante un brote zombie real como nos acostumbran en series o películas

Todo lo que rodea a Dying Light: The Beast es una atmósfera bastante verosímil. El equipo de Techland ha perfeccionado tanto su técnica que todos los tipos de infectados del videojuego se sienten la mar de reales. Claro, no existen zombies en la realidad (que se sepa, y menos mal), pero es cierto que el título reproduce sus movimientos, deformaciones, podredumbre… de tal manera que nos quedaremos un instante mirándolos estupefactos. Estos, irán a por nosotros pero, por ejemplo: Si hay una caída de bordillo de por medio, tropiezan; se caen al agua, se estorban entre ellos…

Las parte más urbanizada del mapa cuenta con multitud de edificios. Podremos entrar en la mayoría y, estos a su vez esconden todo tipo de materiales necesarios para nuestra supervivencia. Desde vendas para curar nuestras heridas, hasta herramientas de combate, objetos de valor, munición, etc. De hecho, existen las denominadas zonas oscuras en las que, a parte de todo esto, también obtendremos recompensas mayores como partes de vestimenta que nos generarán un mayor porcentaje de resistencia al daño, de valor de recursos encontrados y mucho más.

El camino por derrotar a estas bestias y al Barón no va a ser nada sencillo. Es por ello por lo que se recomienda hacer estos tipos de misiones, completar las atalayas que nos permiten descansar y las misiones secundarias que nos irán surgiendo según conozcamos a nuevos personajes. De hecho, algunas de estas misiones secundarias, a parte de ser bastante variadas en su concepto, a la par que interesantes, nos brindarán equipo que nos vendrá fetén para derrotar a los zombies y enemigos que nos iremos encontrando.

Estas misiones opcionales, como comentaba, son más variadas de lo que cabía esperar. Además, el parkour está muy presente en muchas de ellas, así como el sigilo. Mezcla muy bien estos conceptos y añade algo de exploración, aunque a veces nos hará dar una vuelta de más que quizás corte un poco el ritmo. Sobre este parkour contamos con un árbol de habilidades para potenciarlo, así como una serie de artilugios como un gancho que nos permite movernos a mayor velocidad. Este gancho, quizás, difiere un poco de otras propuestas, pues sirve más para avanzar en horizontal que en vertical.

Despedazar zombies nunca ha sido tan satisfactorio como en Dying Light: The Beast

Pero si algo destaca en Dying Light: The Beast es su acción más brutal y gore. Despedazar a los zombies nunca había sido tan placentero como realista. Si portamos un mazo, tendremos la sensación de impartir golpetazos y romper los huesos de nuestros enemigos. Las armas cortantes dejarán tajos y si equipamos armas a doble mano, podremos partir incluso en dos a los zombies. Esta sensación de brutalidad no caduca. A medida que vayamos avanzando y desbloqueemos mejores armas, mayor será la sensación de potencia. Aunque siempre que no seamos bestias, nos sentiremos algo vulnerables. Aunque siempre contaremos con nuestra linterna de luz ultravioleta que aturde momentáneamente a los zombies.

Las armas de fuego tienen un peso mayor en esta propuesta. Aunque es cierto que la munición escasea y quizás las utilicemos en mayor medida para derrotar a enemigos humanos también armados. La IA de los zombies es bastante correcta, aunque en los humanos es cierto que, aunque intentan no ser un blanco fácil, correr contra alguien apuntándoles nunca es una buena idea. Más aún si contamos con armas como ballestas, lanzallamas, fusiles de asalto, lanzagranadas… Y por si la potencia de fuego fuese poca, las armas blancas se podrán modificar, añadiéndoles daños elementales como el ácido, fuego, hielo, electricidad, etc.

El árbol de habilidades también nos permite mejorar nuestro parkour, así como nuestra fuerza en combate y el modo bestia. Una vez que cae la noche, no nos valdrá solamente con ir bien armados, pues el factor suerte también será vital. Siendo de las noches más oscuras que recuerdo, estas están totalmente dominadas por los coléricos, una especie de zombies a los que hacerles frente, es casi una quimera insalvable de superar. ¿Por qué? Es sencillo, si luchamos contra solamente uno, podremos tener alguna posibilidad. Pero lo normal es que estemos en medio de una persecución, y lo que antes era 1 ahora son 4, y ahí la única solución es escapar o morir. He sentido que hay demasiados coléricos repartidos por el mapa, haciendo que la noche sea realmente una lucha de supervivencia extrema.

El «modo bestia», la gran novedad

Como comenté en un párrafo anterior, aunque estemos bien pertrechados, siempre nos sentiremos vulnerables. Pues cada zombie puede presentarnos problemas. Los más comunes los podríamos denominar como los zombies que andan vs los zombies que corren, que también existen. Por otro lado, hay zombies más avanzados muscularmente, otros que explotan, otros que atacan a distancia, nuestros queridos ya mencionados coléricos… Si bien individualmente no deberían causarnos excesivos estragos, es cuando se juntan en donde comienzan los problemas. Si además, aparecen supervivientes con armas de fuego, la cosa se puede poner de los más peliaguda.

Todo nuestro arsenal puede hacer frente a ello, pero como la bestia, no hay ninguna cosa igual. Esta, debuta en la saga, siendo la capacidad para transformarnos momentáneamente en un ser prácticamente indestructible. Su efecto no dura demasiado, pero nuestra potencia de ataque se potencia (valga la redundancia) exponencialmente. Todos nuestros enemigos saldrán volando, serán desmembrados y sus partes se podrán contar en decenas de elementos esparcidas por el escenario. Contra las quimeras más fuertes, este modo nos proporciona una ventaja que será importante de conservar y saber utilizar adecuadamente. Puesto que al principio no controlaremos esta transformación.

Audiovisualmente, un gran trabajo sobre todo en las físicas de los zombies

Gráficamente es un título que luce muy fotorrealista. Nos deja grandes estampas, con una distancia de dibujado y una definición excelente. En la corta distancia, algunos elementos como las texturas de algunas superficies pierden en calidad con respecto a otras zonas. Pero si apreciamos el juego en su conjunto, se ha hecho un gran trabajo en general. El diseño de los zombies es brutal, como se deforman, las físicas de sus movimientos, caídas, reacciones… Las noches son extremadamente oscuras, a pesar de contar con una linterna, nos genera una sensación de vulnerabilidad total.

Con respecto al audio, Dying Light: The Beast cuenta con un doblaje tanto en voces como en textos a nuestro idioma. Con un nivel por encima del resto de nuestro protagonista, Kyle Crane. En lo sonoro, los temas clásicos de otros títulos vuelven para dar una sensación de que sí, estamos frente a un nuevo Dying Light. Siempre con ese tono oscuro que en ningún momento satiriza la situación, haciéndonos sentir que estamos en un problema grave constantemente.

Conclusión

Dying Light: The Beast cuenta con una brutalidad sin parangón. Es el videojuego más salvaje de la saga y, también, el que más elementos positivos recoge de todas estas entregas. El cuidado con el que está realizado es máximo, con un nivel de detallado en sus zombies, como en sus físicas extremo. Su modo historia es simplón aunque cumplidor, pues la caza de quimeras saca a relucir lo divertido de su combate. Portaremos todo tipo de armas a corta y larga distancia. Sus misiones secundarias y tareas, más variadas en su elaboración, potencian la exploración, sigilo, combate y parkour. Sin duda, estamos ante un Dying Light con todas las letras y, posiblemente, el mejor de todos.

Dying Light: The Beast está disponible para Xbox Series X|S, PS5 y PC. Descubre todas las novedades relacionadas con la industria del videojuego en Area Xbox. Noticias, análisis, artículos, lanzamientos y mucho más, siempre disponibles para ti a través del siguiente enlace.

Dying Light: The Beast

8.5

Nota

8.5/10

Pro.

  • Más bestial que nunca con el Beast Mode
  • Ambientación post apocalíptica zombie muy lograda
  • Más variado en secundarias y tareas
  • La caza de Quimeras

Contra.

  • Narrativa principal simplona
  • Las noches pueden resultar frustrantes de más gracias a los coléricos

Acerca del autor

Siempre me ha gustado jugar a videojuegos y leer artículos sobre ellos, ¿Por qué no escribir?

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